martes, octubre 24, 2006

Autobiográfico...

Octubre 23

Me siento viejo, no por cuánto he vivido, sino por cómo lo he vivido…

Sentado en mi carro en el parqueo de mi antiguo colegio pienso en todo el tiempo que ha pasado. Hoy estoy aquí en mi hora de almuerzo (me quedan como 30 minutos), buscando a mi hermano, el mismo que llevaba de la mano en su primer día de clases, ahora ya en su último año. Veo a los hermanos de mis amigos, algunos de los cuáles ví nacer, ahora cuentan con la edad que yo tenía cuando los conocí.

Levanto la cabeza, miro a mi alrededor y mil recuerdos llegan a mi mente. Gran parte de mi vida transcurrió entre estas paredes. Viejos amigos, grandes enseñanzas, buenos momentos. Momentos que talvez hoy forman parte de lo que soy y seré.

No pretendo contar “Mi País Inventado”*, no es que no quiera “Vivir Para Contarla”*, pero al final prefiero decir que “Confieso que he Vivido”.*

Siempre me ha gustado la prudencia. No me gustan los excesos, los bonches, ni el alcohol. Podrán pensar que soy aburrido, pero es mi forma de ver las cosas. No hay momento del día en que no me esté riendo, tengo invaluables amigos, quienes siempre están a mi lado haciendo de mis días algo más que simplemente interesantes.

Por otro lado está mi familia, personas cuyo amor hacia mí es inmesurable. Mami, Papi, José Carlos (mi hermano), mis primos, tíos y abuelos. Todos han hecho de mi vida un camino sin final donde cada paso es una experiencia maravillosa.

Octubre 24

Hoy 24 de octubre concluyo lo que empecé ayer, una reflexión de lo que según Gardel no es nada, pero para mí ha sido literalmente toda una vida.

En compañía de ustedes amigos y familiares celebro dos décadas, 20 años de risas y llantos, de penas y alegrías, pero sobretodo 20 años rodeado de amor.

Gracias,

José Rafael

***N.d.A: Estos son los títulos de las autobiografías de mis autores favoritos: Isabel Allende, García Márquez y Pablo Neruda respectivamente.

jueves, octubre 12, 2006

Amor del Negrito

La tarde caía y el sol se imponía. Detrás de los cristales se podía observar todo el resplandor. Yo sin querer la miraba. Me quedé unos minutos, no recuerdo cuántos, viendo como ella se hacía sentir en la vida él a pesar de la distancia.

Él con su cámara se hacía notar en la vida de ella. El ciber café era de ellos, nada de lo que pasara alrededor les importaba. Con una sonrisa él le contaba de su día, ella con besos dibujados lo confortaba. Ambos deseaban estar al lado del otro, pero no podían el destino los había separado para algún día volverlos a reunir.

Ella había nacido en Haíti, lo conoció cuando aún estaba en la escuela. No tardaron mucho en enamorarse, él le llevaba cuatro años y con sus ojos de azabache hechizó su corazón. Ella tuvo que ir a estudiar a República Dominicana, él se quedó, esperando volver a ver esa sonrisa de labios carnosos.

Mientras, ellos se conformaban con una llamada, con una conversación, verse en la pantalla de una computadora era más que suficiente para recordar el amor que sentían el uno por el otro. Así era su relación, aquella tarde en el café era sólo una de tantas en donde ambos cultivaban su amor del negrito....