sábado, marzo 25, 2006

Crónica de una Montaña Rusa Criolla

Eran las 6 con 50, lamentablemente no piloteaba mi nave*, y tenía que llegar a la universidad a las 7 en punto. No me quedaba más remedio que usar el maravilloso Carro Público. Y así fue como todo comenzó. Me quedé esperando el clásico mensaje de “Por favor guardar todas sus pertenencias debajo del asiento, mantener las manos dentro del vehículo y abrocharse el cinturón de seguridad”, pero esto era la realidad y no la famosa Space Mountain de Disney World aunque el recorrido era horripilantemente parecido.

Con una aceleración de 100 Km/h en apenas los primeros segundos de pronto nos vimos amenazados con nuestra primera vuelta de 180 grados con una OMSA que se atravesó en el camino. Más adelante la curva fue más emocionante cuando dos Jeepetas nos acorralaron. La bajada ocurrió de sorpresa al momento de que paramos a recoger dos pasajeros ganándole así a los carritos que rebasamos. Pero el clímax del paseo ocurrió al momento en que se nos presentó el gran giro de 360 grados cuando pedí bajarme porque ya había llegado a mi destino y el carro estaba del lado opuesto a la cera.

Eran las 6 con 55, lamentablemente todavía no piloteaba mi nave, y ya estaba en la universidad, con el corazón a mil, esperando montarme la próxima vez en algo más lento como el pulpo de Arcadas….

*Pequeño homenaje a Arjona.

domingo, marzo 19, 2006

Incertidumbre

¡No aguanto más! Es una preocupación inevitable, el no saber si vino en toda la noche, si vendrá en la mañana, si no se acuerda que aquí es bienvenida cuando quiera. De otro será de otro como dijera Neruda alguna vez. Son largas las horas de diversión que vivimos juntos, muchos momentos compartimos su dulzura, por más alto que fuera su precio siempre cumplía en el pago, se ha ido y aparentemente no piensa regresar.

En las noches desaparecía de repente dejando a este pobre infelíz deseando volverla a ver y cuando regresaba todo era felicidad, olvidaba los momentos de angustia que vivía en su ausencia y aprovechaba cada segundo junto a ella.

Es cierto que peleabamos por ella creerse independiente, por entrar y salir a cualquier hora, por no saber que yo la necesitaba conmigo todo el tiempo. Cuando ella no venía en todo el día me enfurecía sabía que estaba con otros mientras yo, solo, esperaba sumergido en la oscuridad. En el fondo todavía quiero que regrese, pero ¿Y si viene?, ¿Podré soportar la incertidumbre de saber que en cualquier momento me puede dejar?. Está claro que yo no puedo vivir sin ella aunque ella pueda vivir sin mí. Creo que muchos han pasado por esta situación, la desesperación aumenta y a medida que pasan las horas sigo pensando en su regreso y me pregunto:

¿Cuándo volverá la luz?